Sin agua, no podríamos vivir, ya que el organismo tolera apenas, un par de días sin este elemento.
Por ello, es imprescindible la hidratación, es decir, el proceso de mantener en equilibrio, los niveles de agua en el organismo.
En nuestro cuerpo, el agua se encuentra en constante movimiento, y su volúmen, se rige por los ingresos y los egresos, que pueden - aunque no deberían - ser cambiantes. A este movimiento, se le denomina balance acuoso.
En una condición saludable para nuestro cuerpo, es necesario que este balance, resulte neutro, lo que significa que la ingesta, debe ser igual, a la excresión.
La sed.
Dado el alto porcentaje de agua que contiene el organismo, existen suficientes reservas para compensar su pérdida. Pero, por encima de cierto nivel, debe haber una reposición.
La sensación de sed, es considerada un indicador tardío, de esa necesidad de reposición de agua. Implica, que ya hay un grado de deshidratación del 2% del peso corporal. Para evitar que se agrave este cuadro, el agua perdida, se debe reponer lo antes posible.
Con este aparentemente pequeño porcentaje de deshidratación, ya comienza a empeorar el rendimiento, en especial en trabajos de resistencia (aeróbicos).
Por ejemplo, al llegar a una deshidratación del 4 al 6% del peso, se ve afectado el rendimiento en los trabajos relacionados con la fuerza muscular.
Si se llega a una pérdida mayor al 6% del peso corporal, aumenta el riesgo de sufrir golpe de calor y descompensación en diferentes niveles.
Cómo se repone el agua.
Se considera que deben ingerirse como mínimo, 2,5 litros de agua por día. Pero estas necesidades, mantiene estrecha relación con el peso corporal de la persona.
En un adulto, se estiman en 35 ml/kg/día. Es decir, que una persona que pesa 70 kg, necesitará 2.450 ml diarios, requerimiento que podría cubrirse, en este caso, con:
* 1.000 ml de agua contenida en los alimentos (en especial, hortalizas, frutas, leche).
* 1.200 ml de agua bebida.
* 300 ml de agua endógena (producida a través del metabolismo de los alimentos).
Otra forma de calcular la necesidad de agua, es la siguiente: un adulto necesita un promedio de 1 a 1.5 ml de agua, por cada caloría gastada durante el día.
En una persona que consume 2000 calorías diarias, entonces, la ingesta de agua, debe ser entre 2 y 3 litros. Hay que tener en cuenta, que el nivel de sudoración, incrementa el requerimiento.
No hay que temer "pasarse", de la medida; si bebe más de las cantidades mencionadas, el exceso se elimina rápidamente por vía renal, mediante la orina, que será entonces, clara.
Pero si bebe menos de los que excreta, el agua eliminada será repuesta a expensas del plasma sanguíneo. Esto provocará que se reduzca el volúmen circulante y el líquido intestinal, produciéndose una orina más densa y oscura. Tal es así, que el color de la misma, suele utilizarse para evaluar el nivel de la ingesta.
¿Quién necesita más?
Si bien, una adecuada hidratación diaria, es una necesidad de todas las personas, los grupos más vulnerables a la deshidratación - en especial durante los meses de verano - son:
* Niños pequeños.
* Adultos mayores.
* Deportistas o personas que realicen actividad física, en forma regular.
Hay muchos factores que influyen sobre la necesidades de agua, tanto en los mencionados grupos vulnerables, como en la población en general.
Los principales, son la edad, la temperatura corporal, el medio ambiente, las enfermedades y los traumatismos, el embarazo y la lactancia.
Teniendo en cuenta esto:
Las personas de edad avanzada, deben controlar cuidadosamente la ingesta de agua, para prevenir la deshidratación, dado que con la edad, disminuye la sensación de sed.
Los lactantes y niños pequeños, presentan riesgo de deshidratación, y tienen especiales necesidades de agua por varias razones (su cuerpo contiene más agua que el de los adultos, pierden líquido a través de la piel, excretan una orina muy diluída), que se agravan por su incapacidad de comunicar su sensación de sed.
Teniendo en cuenta que el organismo utiliza el agua como refrigerante, cualquier situación que incremente la temperatura corporal (actividad física, fiebre o el ambiente), generará una necesidad de beber.
Por ejemplo, las personas que viven en climas cálidos, toman más cantidad de agua, para bajar su nivel de calor corporal.
La combinación de temperatura elevada y actividad física intensa, puede aumentar de 3 a 10 veces, la pérdida de agua.
Las enfermedades con fiebre, vómitos y/o diarrea, pueden producir rápidamente una deshidratación. Se debe prestar atención especial a las poblaciones de mayor riesgo, como lactantes, los niños pequeños y los ancianos.
La mujer embarazada, necesita agua adicional, para mantener el incremento de su volúmen de sangre y abastecer al líquido amniótico, en el que nada el feto.
La lactancia, requiere un mayor aporte de líquidos, para la producción de leche materna.
El País.
Por tu salud!
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